viernes, 10 de junio de 2011

me voy a cleis, pero ahora estoy Diego (Contento)

Escribo por la mañana, bueno al mediodía, pero justo al despertar. Tengo poco tiempo, pero no correré, si no puedo acabarlo lo dejaré a medias, que se me da muy bien eso.

Joder, no sé transmitir alegría.

Pronto hablaré de él, aunque sea un vendemotos.

Y un chico bizarro y una joven de la realeza inglesa ganarán el Goya algún día, y si no lo hacen los Goya perderán todo el valor que tienen para mi, y no volveré a verlos nunca más...bueno, seguiré sin verlos.

No creo que pueda hablar de esto, de lo que quiero hablar, camuflándolo en ambigüedades. Mejor ficción.

Johnson abre los ojos, el techo parece en su sitio, se gira hacia la izquierda, “mierda, igual ayer me equivoqué”. No tiene a nadie al lado, está mirando a una pantalla, que le trae noticias, buenas y malas, pero lo que quiere simplemente son noticias, y ahí están, y ahí está, leyendo, comprendiendo, y encantado de leer esa letra, tan extrañamente conocida. Johnson vive en el futuro, por eso ve una letra manuscrita en su pantalla(aunque ahora también se puede ver, no? No estoy puesto en estos temas). Y es que a Johnson le encantan las palabras, según que palabras, y esas noticias son de las que hacen que se levante de la cama con una sonrisa mientras dice “bien, nada nuevo” a alguien que está al otro lado del teléfono, pero sí hay algo nuevo, algo pequeño, insignificante si lo piensas, pero no lo piensas, sólo lo sientes, así que por dentro cuando dice nada nuevo piensa, algo nuevo que no te parecería significante, y no va a perder el tiempo en explicarlo, porque al fin y al cabo es Johnson, porque si fuese yo ya se lo hubiese contado a alguien, pero Johnson no habla de las noticias, se las queda, se las guarda, al lado del cajón de los calcetines.

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