sábado, 7 de abril de 2012

Junto a la ventana, cerrada.

Cierro la persiana pues hace frío, acaba de anochecer. Estoy sentado al lado de la ventana, en una pequeña habitación de un pequeño hostal de un pequeño pueblo de montaña.
Desde aquí se divisa todo el valle, cuando tengo la persiana abierta. Miles afirma que la primavera es la mejor época del año para venir aquí, desde luego es mejor que ir a pasar las vacaciones con toda esa gente que me echa de menos. La gente cree que debes comportarte según sus sentimientos, cree que tiene derecho a exigirte que actúes de una determinada manera porque significas algo para ellos, así que si te echan de menos tú les debes recompensar y si te admiran debes ser amable y fingir alegría. No odio a la gente, pero a veces te cansas un poco de todos los rituales de cortesía y demás.
El otro día mi hermana me preguntó si estaba enamorado de Marlene, está sensible porque mamá se muere. En realidad no le importa, quería una respuesta para saciar su repentino sentimentalismo. Ni siquiera se suele acordar de que se llama Marlene. A mí no me importa, no tiene por qué interesarse por ella, yo no lo hacía cuando ella tenía todos esos novios, y eso que ella los traía a casa.
Hablar con los amigos está mejor, hablar de sexo es divertido. Normalmente cuando quedamos, si hablamos una hora, unos 15 minutos van al fútbol y unos 40 al sexo, en los 5 restantes he aprendido cosas realmente significativas, de ellos, de mí y del mundo.
Me asusta un poco venir aquí, aislarme del mundo y no echarlo de menos, pero no llevo ni una semana. El mundo no nos necesita, pero normalmente hay alguien al que le importa lo que haces y eso hay que tenerlo presente, no para agradecérselo de manera hipócrita, sino para valorar la vida y ver qué es lo que te importa a ti.
Tengo la música a bajo volumen, aquí la gente se duerme muy pronto. Me apetece ir a andar, me apetece disfrutar de las cosas en su justa medida para no exprimirlas y estropearlas, pero no se me da muy bien. Voy a ver cómo lo hago.

domingo, 1 de abril de 2012

Beirut

Ella está en el río y toma el sol. Ellas en la playa jugando con la arena. Él está en una canción, y ellos divididos en un mismo lugar.
Me siento muy lejos del amor y la lujuria nocturna que tan fascinante me ha parecido otras veces.
Me acerco al cabello liso y al cabello rizado y al cabello elegante y algo dejado.
Me acerco a Orión viajando a través del tiempo y el espacio en una cama individual, destrozando la realidad en cada latido.
Cuando la gente se emborracha no piensa en un hombre sentado en la parte oscura de la luna componiendo una canción de suicidio.
Hay tres tipos de persona, las que prefieren los besos, las que prefieren los abrazos, y las que prefieren las palabras ¿Tú de cual eres?


El viento nos acaricia el pelo con violencia y, en silencio, alternamos miradas al paisaje y miradas entre nosotros. Lo último que pasa por mi mente es la sociedad. Me siento, y mirando al horizonte y a vosotros, con gesto inexpresivo y brazos apoyados en las rodillas, se me humedecen los ojos. Quizás sea por el viento. Pienso todo y nada, todo es abstracto y pasajero. Tiramos piedras al mar como deshaciéndonos del dolor, pero sólo nos deshacemos nosotros.
La luz del Sol no nos deslumbra, sólo nuestros corazones buscando la eterna felicidad y encontrando la eterna insatisfacción. Pero así es como son las cosas por aquí, posiblemente nos sintamos mejor sabiendo que las cosas son complicadas. Hay momentos en los que no encuentro el talento para afrontar la vida, pero al final siempre acabo haciéndolo. Pienso en la perdurabilidad y en la finitud. Encontramos risas en la profundidad de nuestros miedos y eso es un don. Quizás no te dirigiré una sonrisa la primera vez que te vea pero eso hará que cuando lo haga signifique más. ¿Cuánto tiempo nos permitiremos vivir al margen de los demás?