viernes, 28 de diciembre de 2012

Adele

Para Adele ya no tenían sentido las historias cortas de camino rápido y final insulso. Tampoco encontraba ya interesante el pasado, que era un conjunto de recuerdos montados y editados de manera pretenciosa para creer que realmente había sido bueno. El futuro era, como siempre, todo lo que nunca sería. En cuanto al presente, parecía ser lo único que tenía y aunque pensar en él era agotador, vivirlo no le parecía tan malo.
Os estáis imaginando a la cantante entrada en carnes (esa podría ser también Lady Gaga) y no es ella.
 Adele medía 1'69, aún hoy mide así. Era delgada y tenía el pelo largo y rojo. Con frecuencia achinaba los ojos para mirar las cosas, pues veía mal incluso con las gafas. Adele era tímida y se ponía escote y minifalda para que las miradas de los demás no intentasen descubrir lo que había más allá. Vivía preocupada por su despreocupación y por las mañanas dormitaba con los ojos abiertos en clases poco interesantes sobre cosas que ella había pensado que le gustaría aprender. Estaba cansada de casi todo y sabía que no podría seguir así mucho tiempo.
Cuando llegó el verano de 2013 Adele dejó una nota en el frigorífico de su casa que decía que volvería pronto. Era una de esas mentiras que se dicen pensando que quizás no lo sean, más por evitar el peso de la realidad que por otra cosa. Si quería una historia de verdad, de las que dan lugar a películas, o al menos de las que cambian una vida, era el momento de empezarla.