martes, 25 de octubre de 2011

Estoy como enfermo pero no del todo

No sé nada de la muerte. Supongo que nadie sabe nada de la muerte. Cuando mueres dejas de existir, no puedes saber nada de la muerte, o al menos de tu muerte, tu propia muerte no existe para ti.
Quizás acabo de decir una gilipollez, seguramente eres consciente de que estás muriendo, dependiendo como mueras, pero si hablamos del instante en que mueres, es como si no te ocurriese.
Hay culturas que celebran la muerte, en la occidental, más dados al sufrimiento, la lamentamos.
Hay gente que cree que la muerte no es el fin, creo que les hace vivir más tranquilos, yo vivo más tranquilo pensando que sí es el fin.
Creo que se pueden sacar cosas positivas de la muerte de alguien, puede ser un momento en el que te des cuenta de lo que realmente importa o no en la vida, puede ser un momento en el que conozcas la parte más humana de amigos o familiares, o puede ser un momento en el que tengas que hacer de hermano mayor, cuando eres el pequeño.

Hablando de las cosas se supera el miedo a ellas, pero la muerte son palabras mayores.

A veces me afectan más gilipolleces sin importancia que grandes acontecimientos vitales.

Hablando de otras cosas, quiero viajar. Sueño con desayunos en buffets libres de hoteles (franceses sobretodo) en los que se decide qué hacer con el día que acaba de empezar. Sueño con trenes cuyas ventanas son golpeadas por la lluvia al empezar el viaje, pero a medida que avanza el día son secadas por el sol que ha emergido de entre las nubes. Sueño con camas de hotel cómodas a más no poder. Y bocatas para comer por ahí! Y una banda sonora apropiada.
A veces es más bonito pensar en estas pequeñas cosas que en comerse el mundo, aunque lo otro también es necesario. Miento, con este viaje me como el mundo.

La vida sigue y yo estoy donde tengo que estar.






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