viernes, 21 de octubre de 2011

Tiempos

Llueve. Hace frío. Lily vive de noche. Son las 5 de la mañana cuando mira por la ventana mientras sorbe el chocolate de su taza favorita. El panorama en casa es el habitual. La tele encendida pero en silencio, la guitarra acomodada en el suelo, algunos papeles esparcidos sobre la mesa, una de las dos luces del salón encendidas. El panorama fuera es diferente por primera vez en meses. La lluvia y el frío vienen para reforzar la necesidad de los abrazos. Puede ver las luces de la ciudad, que, como ella, despiertan por la noche. Las gotas de lluvia golpean suavemente en la ventana, tranquilizan. Hace 10 minutos no era así, pero parece que la tormenta está pasando. Lily deja la taza encima de la mesa y guarda la guitarra en la habitación, nada convencida de lo que ha compuesto hoy pero sin caer en la rabia o la frustración. Coge la taza de nuevo para acabarse el chocolate mientras repasa lo último que ha escrito. Tiene ganas de viajar, quiere coger un tren con él, y si no, coger el coche, que aunque no es tan bello como el tren, les dota de más libertad. Entre deseos y fantasías apaga la tele y enciende el ordenador, y en el proceso aprovecha para rebuscar entre algunos de los vinilos que le regaló su padre, encuentra a Chopin. Mira el móvil pero él ya duerme. Quita la alarma que por equivocación tenía activada. Un último sorbo al chocolate. Apaga la luz (y el ordenador sin llegar a iniciar sesión) y se mete en la cama con Chopin de fondo. Se tapa, le gusta. Piensa en lugares, personas y momentos. Se duerme.

Lily está con él, en la estación, corriendo. Van a perder el tren pero el revisor les espera en la puerta ,"por los pelos", exclama. Encuentran un compartimento para ellos solos, las 4 horas de viaje pasan rápido entre los diversos paisajes franceses. Cuando llegan a Chamonix, en los alpes, se encuentran a Sigur Ros tocando en la calle, no se sorprenden, se sientan y disfrutan, se sumergen en la música.

Lily despierta, es la 1 del mediodía, entra una luz tenue por la parte de la ventana que no es cubierta por la persiana. Mira el móvil, él ya ha despertado. Enciende el ordenador, en el proceso quita a Chopin del tocadiscos. Pone Lori Meyers en el ordenador y se prepara algo para desayunar. Pone la tele en silencio, esperando a que empiece algún programa. Abre las persianas. No tiene planes antes de las 6, se tumba en el sofá. Todo lo que había anoche ha desaparecido, las historias que escribió reposan, la canción quizás esté muerta, y la posibilidad de resucitarla parece lejana. Los sueños de viajar duermen. El panorama en casa es el de mañana. Los restos del desayuno en la mesa, el ordenador encendido junto al sofá y la tele funcionando. El panorama fuera es parecido al de anoche, pero ahora las farolas están apagadas. El cielo es gris. ¿Los abrazos siguen siendo una necesidad o han pasado a ser un capricho? Creo que por la mañana es más fácil pasar sin ellos. Lily vive de noche. Hace frío. Llueve.

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