Casi sin ser consciente de ello se encontraba en plena vida universitaria, en una ciudad que no conocía y con gente que jamás había visto. Siempre se encontró en los libros, pero en la vida estaba perdida, ahora más que nunca.
Entonces fue cuando yo la conocí, para mí siempre había sido más una cuestión de diversión que de sentimiento. Me refiero a todo, a la vida, además, nunca había tenido problemas, mis padres estaban felizmente casados y siempre me lo habían dado todo, lo único que teníamos en común ella y yo es que los dos estábamos perdidos, aunque yo no lo supiera.
La primera vez que la vi supe que me quería acostar con ella, pura diversión, por supuesto. No lo hice hasta mucho más tarde, y para cuando llegó el momento ya no era cuestión de diversión.
Junto a ella me sentía desnudo, yo nunca me había enamorado, éramos dos mundos distintos y me sentía frágil, por suerte ella nunca hizo nada para romperme. Empecé a ver cine de autor y a leer algunos libros que ella me recomendaba, me educó emocionalmente como no me había educado nadie. Supongo que la educación emocional depende casi exclusivamente de uno mismo y de sus propias experiencias. Los momentos más emocionantes de mi vida habían sido la novena Copa de Europa del Madrid y la muerte de Tob, el perro de mi hermano que, a decir verdad, ni siquiera me gustaba.
Tardé un tiempo en no derrumbarme cada vez que la vida no era perfecta, pero creo que aprendí rápido. Siempre he sido muy inteligente, mucho más que la mayoría de la gente, no quiero parecer engreído, es verdad. Lo que pasa es que nunca he hecho un uso verdaderamente bueno de esa inteligencia, menos en 2012 cuando le hice creer a Guardiola que era el momento de dejar el Barça, al año siguiente recuerdo ver la consecución de la décima junto a Sally. A ella no le gustaba el fútbol, sólo mi nerviosismo.
Sally estuvo en mi vida durante todos los años de universidad, o no, igual el último no, tengo alzheimer, pero más o menos lo que os he contado es real, el caso es que ayer fui al entierro de Sally, por eso quería hablar de ella. Tiene unos nietos preciosos, tenía... Robé el cuerpo, os juro que robé su cuerpo y lo incineré, siempre me dijo que le gustaría que la incineraran y que tiraran sus cenizas al Ródano. Quizás era más importante lo que quisiese su familia que lo que me dijese a mí 50 años atrás, pero yo ya estoy tocado de la sesera y me da todo un poco igual. Quizás tirar sus cenizas al río era lo último importante que podía hacer en esta vida. Siempre la eché de menos.
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