martes, 1 de mayo de 2012

Cosas mal contadas de Sally

Sally nació sin hacer mucho ruido, pesó poco, y siempre fue tranquila. Empezó a andar más o menos cuando le tocaba, y poco después a hablar, también a la edad que le correspondía. Sally era una niña normal, creció como una niña normal, sus padres se divorciaron como cualquier matrimonio normal y ella y su hermano se pelearon día si día también como dos hermanos normales. Cuando empezó la adolescencia Sally descubrió en la literatura el lugar ideal en el que crecer, y comenzó a leer mucho, más que una adolescente normal. Eso no  hizo que se perdiese las cosas comunes de la adolescencia, empezó a masturbarse a la vez que sus amigas, empezó a beber uno o dos fines de semana después de ellas y fue la primera de su grupo en ser penetrada con consentimiento, a Emily la violaron, pero ahora es feliz. Emily era la mejor amiga de Sally, Sally era la que menos compasión mostraba por ella. Mientras las otras evitaban hacerle bromas o tocar cualquier tema que pudiese conducir a lo de su violación, Sally la trataba como a una más, Emily, a su vez, era la única del grupo que se interesaba por la rápidamente desarrollada "vida interior" de Sally. Y en apenas 18 años pasó a ser mayor de edad.
Casi sin ser consciente de ello se encontraba en plena vida universitaria, en una ciudad que no conocía y con gente que jamás había visto. Siempre se encontró en los libros, pero en la vida estaba perdida, ahora más que nunca.
Entonces fue cuando yo la conocí, para mí siempre había sido más una cuestión de diversión que de sentimiento. Me refiero a todo, a la vida, además, nunca había tenido problemas, mis padres estaban felizmente casados y siempre me lo habían dado todo, lo único que teníamos en común ella y yo es que los dos estábamos perdidos, aunque yo no lo supiera.
La primera vez que la vi supe que me quería acostar con ella, pura diversión, por supuesto. No lo hice hasta mucho más tarde, y para cuando llegó el momento ya no era cuestión de diversión.
 Junto a ella me sentía desnudo, yo nunca me había enamorado, éramos dos mundos distintos y me sentía frágil, por suerte ella nunca hizo nada para romperme. Empecé a ver cine de autor y a leer algunos libros que ella me recomendaba, me educó emocionalmente como no me había educado nadie. Supongo que la educación emocional depende casi exclusivamente de uno mismo y de sus propias experiencias. Los momentos más emocionantes de mi vida habían sido la novena Copa de Europa del Madrid y la muerte de Tob, el perro de mi hermano que, a decir verdad, ni siquiera me gustaba.
Tardé un tiempo en no derrumbarme cada vez que la vida no era perfecta, pero creo que aprendí rápido. Siempre he sido muy inteligente, mucho más que la mayoría de la gente, no quiero parecer engreído, es verdad. Lo que pasa es que nunca he hecho un uso verdaderamente bueno de esa inteligencia, menos en 2012 cuando le hice creer a Guardiola que era el momento de dejar el Barça, al año siguiente recuerdo ver la consecución de la décima junto a Sally. A ella no le gustaba el fútbol, sólo mi nerviosismo.
Sally estuvo en mi vida durante todos los años de universidad, o no, igual el último no, tengo alzheimer, pero más o menos lo que os he contado es real, el caso es que ayer fui al entierro de Sally, por eso quería hablar de ella. Tiene unos nietos preciosos, tenía... Robé el cuerpo, os juro que robé su cuerpo y lo incineré, siempre me dijo que le gustaría que la incineraran y que tiraran sus cenizas al Ródano. Quizás era más importante lo que quisiese su familia que lo que me dijese a mí 50 años atrás, pero yo ya estoy tocado de la sesera y me da todo un poco igual. Quizás tirar sus cenizas al río era lo último importante que podía hacer en esta vida. Siempre la eché de menos.






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