jueves, 12 de julio de 2012

No sólo se trata de Supervivencia

La magnitud nos oprime. La capacidad resolutiva de la mente queda empequeñecida ante las cuestiones que ella misma plantea. Y me confiesas la existencia de un secreto, pero no me revelas el contenido de este. En un instante de intensidad traída por palabras que intentan ordenar el caos en el que vivimos me pasan por la mente unas pocas personas con las que me gustaría compartir el momento. He pensado en ricos y pobres, en recortes y bombas, también en drogas y música. He pensado en gente diversa, en ti también, por supuesto, sobretodo en ti. De repente, desde dentro de la flor de celofán aparece una revelación que no significa nada pero que me dice todo. Sin duda los colores más bellos se encuentran delante de mi, ahora los veo y de repente, ya no, se vuelven sombríos sin motivo aparente y entonces me giro para comprobar que está pasando de verdad. Mi cabeza da vueltas entre melodías indias y voces británicas, y entro en un espiral de nada. Cuando dejo de girar aún suena la misma melodía, y me pregunto si ese rato de divagaciones circulares con música de fondo y carteles antiguos habrá durado más de 15 segundos. Viajo a tu cabeza pero está cerrada con llave, me apoyo en la puerta y escucho, puedo intuir cosas pero ¿quién sabe realmente lo que se encuentra dentro?
No me parece el fin del mundo, aunque leer las noticias no refuerza esa visión. Me preocupa el frío pero levemente. El calor está presente, el climático, y el otro se mantiene gracias a la comunicación y el recuerdo.
Me he roto tantas veces que miro como me parto con tranquilidad. Sin embargo, a veces, vuelve a doler como lo hizo la primera vez.
No somos lo que somos, somos lo que creemos que somos. 

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